Construida por iniciativa de los Condes de Monterrey.
Don Manuel de Fonseca y Zuñiga y Doña Leonor María de Guzmán, hermana del Duque de Olivares.
Los condes vivían en Italia y la mandaron encargar una iglesia que sirviera como panteón funerario.
Las obras comenzaron en 1636 y duraron mas de cien años.
La fachada es parecida a las iglesias y palacios napolitanos.
Al lado de la iglesia de La Purísima esta el Convento de las Agustinas y justo enfrente el Palacio Monterrey.
Se mezcla la armonia, la belleza y el color.
La cúpula tiene otro diseño.
Después del derrumbamiento en 1657
Entra la luz muy bella e ilumina el templo de una manera hermosa.
Tiene una preciosa luz y sus mármoles son italianos con piedra salmantina.
Tiene ocho ventanales...donde la luz es repartida con el sol...en su esplendor.
Destacan los sepulcros de los fundadores a ambos lados del Retablo Mayor.
Tiene pinturas fantásticas y repartidas por el templo.
Tiene una decoración y un espacio especial.
Tiene 16 lienzos de color y grandes dimensiones.
Es un suave barroco napolitano.
Un templo precioso.
El púlpito y el escudo de los Condes de Monterrey.
El púlpito domina todo el templo, con muchas formas y colores.
La Purísima en el Retablo Mayor que nino de los Paises Bajos y los 15 lienzos existentes una preciosa pintura napolitana del siglo XVII.
L a imagen de la Inmaculada Concepción.
Hoy he venido a contemplar este lugar y a tratar de ver con mis ojos lo que me halle al abrir las puertas que separan los muros de uno y otro lado...guardando todo lo posible en mi recuerdo lugares maravillosos...en un atardecer...despertando mi espíritu y captando los olores tan mágicos en una tarde de Agosto.
M e alegre de lo que ví...junto con el canto de los querubines...con cariño para darle forma y tacto
a tanta belleza.
Aquí quiero reflejar...despertando a la curiosidad de conocer maravillas...que son de todos...son construcciones tan grandiosas...que halla la luz que halla ahí se encuentra el alma de tantos hombres...yo os invito a sentir esa curiosidad y poder soñar en nuestra tierra.